sábado, 2 de julio de 2016

Bloque 1. La bruja dragón

La bruja dragón

Este libro de la editorial Bruño, incluido dentro de la colección Alta-mar y clasificado como “cuento”, es una obra breve de 51 páginas de relato y un taller añadido al final que sirve al lector para reflexionar sobre lo leído y, al mismo tiempo, pasar un rato entretenido.
No se trata de un paraliteratura porque esta tiene una clara intención moralizante

Ficha bibliográfica

Título: La bruja dragón
Autora: Blanca Álvarez
Ilustración: Subi
Editorial: Bruño
Fecha primera edición: 2015
Edad en la que me baso para realizar este análisis: la clasificación de la editorial es “a partir de 6 años”, edad que concuerda con la del protagonista principal; sin embargo, por el tratamiento que se hace de los personajes y la forma en que se habla de ellos, es posible que también se sientan más identificados con la historia los lectores de una edad algo superior, entre siete y ocho años, puesto que se infantiliza ligeramente al protagonista. Por ello, la edad óptima podría entrar dentro de esa franja, teniendo en cuenta siempre el momento madurativo de/l los receptor/es. Tomaremos los siete años como referencia, por la forma de dirigirse al lector (algo mayor de seis, pero no mucho más). Los 6-7 son años en los que el lector se enfrenta a pequeños problemas/obsesiones/preocupaciones, así que este libro parece ideal para conectar con ellos.

formato
El libro tiene un formato ligero y pequeño (aunque no excesivamente), con cubiertas blandas plastificadas; es suave y agradable al tacto. El papel es mate y huele bien. Hay profusión de viñetas muy coloridas dibujadas a mano, el equilibrio entre texto e imágenes es muy bueno y el dibujo va acompañando al texto. La fuente parece una Arial muy legible y de gran tamaño, buena para la franja etaria a la que está dirigido el cuento. El diseño en general es bueno, aunque las imágenes algo más reducidas e incluidas dentro de los márgenes quizá habrían dado una impresión visual más relajante, teniendo en cuenta sobre todo que estamos lidiando con una terrible bruja dragón que puede despertar sensaciones inquietantes.
Siguiendo esta línea, podemos apreciar que la portada es de un precioso azul intenso y en las cubiertas las ilustraciones son sencillas y bien proporcionadas (la trasera, un poco deslucida por la caja de texto, que podría haber tenido un formato más alargado). El único “pero” a la hora de resultar atractivo sería la mueca preocupada del niño protagonista, quien más que temeroso parece triste, pero el guiño de la bruja que lo escolta compensa la presentación y le confiere un aire más amistoso a la portada, invita a explorar el interior.

contenido
Temas
El tema principal es la existencia de los miedos y la necesidad de enfrentarse a ellos. El miedo como algo tangible se representa simbólicamente con la figura de una bruja, para despertar con más facilidad una imagen mental de lo que se busca transmitir.
Un tema secundario sería también la toma de conciencia de que la ayuda de otros puede ser muy beneficiosa. Esto enlazaría con el de la colaboración y el apoyo dentro de la familia y la visión de la estructura familiar como elemento de equilibrio.
También hay otro subtema importante, que sería la resolución exitosa de problemas a través del diálogo y la negociación.

Estructura
El cuento comienza en forma de descripción por parte de un narrador omnisciente, pero la estructura general es moderna: en lugar de detallar cada escena, los propios personajes irán perfilando, mediante diálogos, lo que sucede en cada momento, con pequeñas pinceladas aclaratorias del narrador. Esto aporta agilidad a la lectura y logra un efecto dinámico y ameno.
Los párrafos no están justificados, y esto, unido a que la autora en general decide dónde termina cada línea, confiere al texto una apariencia “seudoversificada” que resulta juguetona y agradable a la vista.
La historia se desarrolla de forma lineal, con introducción, nudo, desenlace y final feliz, muy adecuada para lectores de siete años, aún no familiarizados con grandes saltos en la narración ni estructuras más complejas. La secuencia narrativa es clara, unidireccional.
Primero se describe la situación de indefensión en la que se encuentra el protagonista principal, Andrés, frente a una bruja, elemento de realismo mágico que cobra vida al ser asumido por el niño y su hermana, aunque desde la perspectiva adulta se sepa que los padres quedan excluidos de la ecuación en cuanto a creencias fabulosas.
Tras conocerse la situación en el núcleo familiar, Mariam, la hermana de Andrés, decide tomar cartas en el asunto y pasa a la acción, haciéndose cargo de resolverlo. Se enfrenta a la bruja y, a través del diálogo, logra convencerla para que desaparezca de los sueños de su hermano. Los padres en todo momento supervisan lo que sucede desde la distancia, preparados para intervenir si fuera necesario; esto hace que su figura dentro de la historia sea una constante secundaria.
La vuelta a la tranquilidad de la vida familiar nos lleva a un apacible final feliz. El desenlace es rápido y justo, agradable para estas edades.

Protagonistas y otros personajes
El personaje principal es Andrés, un niño de seis años, puesto que en su interior se origina la trama y es el más afectado por lo que sucede. Es fácil identificarse con su situación, ya que todo lector ha sentido miedo a su edad y, en especial, por la noche. Pero junto a él está la figura que realmente lleva la carga de la acción: su hermana Mariam. Sin ella, Andrés probablemente habría tardado mucho tiempo en superar su bloqueo. Así pues, aunque el niño es el protagonista indiscutible, su hermana es la heroína de la historia y, tras el primer momento en que se empatiza con Andrés, lo más probable es que quien lea la historia se sienta más cercano a la niña valiente que al niño “cobarde”, puesto que ella es quien se enfrenta a la bruja y le muestra cómo debe hacerse.
Aunque sin bruja no habría cuento, esta es ligeramente arquetípica y no tan terrible como parece en un primer momento, ya que su situación y su comportamiento tampoco son los esperables en una bruja clásica. No busca hacer el mal, sino alimentarse de las palabras, y en realidad no supone una amenaza real para los niños.
Los padres serían, por último, personajes secundarios supervisores. No son importantes para la acción, pero podrían haberlo sido en caso de tener que intervenir. El lector infantil casi no los percibe, pero el adulto ve claramente que son como el águila que desde el cielo controla lo que hay en el suelo. Son protectores, pero dejan hacer.

Es interesante observar en este tipo de cuento las diversas lecturas que de él pueden hacerse. Hay una literal e infantil, la que lleva a seguir la historia sin más y a quedarse con las sensaciones importantes, y otra desde el punto de vista adulto, que muestra unos personajes que no están ahí por casualidad. La estructura familiar preparada por la autora es como una pequeña probeta en la que se produce un experimento casi controlado: los padres son observadores silenciosos que dejan actuar a una hija que es mucho más cercana a Andrés en edad y en sensaciones que ellos, y permiten sabiamente que ella dirija al niño hacia una adecuada resolución del problema. El posicionamiento de los padres dentro de la historia no es gratuito: se muestra la familia como estructura social ideal, segura y estable.

Valores y contravalores
Según lo comentado anteriormente, el principal valor sería precisamente ese: el valor. Para darle forma, sin llegar a hacer sentir al lector que Andrés es un cobarde, se hace contrastar su actitud con la de su hermana, de forma que puedan apreciarse los polos temor-valentía de una forma positiva (la valentía sería el valor, y su ausencia el contravalor). Es normal sentir miedo, es bueno identificarse con quien lo padece, pero hay que aprender a afrontarlo. Así que hablaríamos de valentía y de capacidad resolutiva como pilares de la historia. Aunque aún es pronto para hablar de verdadera empatía, el lector de siete años sí puede identificarse tanto con Andrés como con su hermana y comprender la situación como una lucha bien-mal en la que gana el bien, aunque para un lector de más edad la resolución del problema no se dé en términos tan absolutos, puesto que la bruja no “pierde”: hay negociación y ella logra beneficios, razón por la cual decide retirarse. En realidad gana el bien de todos, lo cual crea una sensación de bienestar al finalizar el cuento que hace de él una historia moderna, alejada de las batallas violentas de otros cuentos tradicionales en los que el personaje malvado terminaba “escabechado” (no obstante, no pasa desapercibido el momento en el que Mariam amenaza verbalmente con prender fuego y convertir en ceniza a la bruja, lo cual sí denota un alto grado de agresividad no muy positiva, a pesar de que no se lleve a término, y que deja una cierta reminiscencia de cuento tradicional).
Otro valor clave es el compañerismo, traducido como fraternidad en este cuento. Los hermanos se ayudan y apoyan. El contravalor asoma al principio de la historia a través de los pensamientos de Mariam, en esos momentos en los que habla de su hermano como “príncipe” en términos negativos. Veladamente, aquí también se ofrece la figura de Mariam como un ejemplo a seguir: en ella nace la empatía. Es un personaje que crece, que se demuestra “mayor” por su capacidad de ponerse en el lugar de su hermano, algo que en la mente del lector podría traducirse como un “cuando eres mayor, entiendes el comportamiento de los pequeños porque has pasado por ahí y puedes ayudarlos”. Es una bonita manera de transmitir la necesidad de ponerse en el lugar del otro, frente a la burla fácil (contravalor) e incluso el bullying.
El trabajo en equipo también es básico: para que funcione hay que colaborar. Sin Mariam, Andrés no habría podido resolver el problema, pero Andrés era necesario para llegar a la bruja. Solo no, con amigos sí. Colectividad frente a la soledad en la resolución de conflictos.
Los padres, desde la perspectiva adulta, también son parte de ese equipo desde la supervisión. Esto no es perceptible desde el ángulo de un lector de siete años, pero sí queda de forma subliminal cierta impresión en su retina. Aquí tendríamos el respaldo adulto frente a la soledad infantil, nada deseable. Muestra de forma sutil que es bueno sentirse apoyado por los mayores, sin que los personajes de la historia lo noten siquiera.
La generosidad de Mariam, que podría haber sido egoísta y desentenderse del problema de su hermano, es otro valor añadido: no es necesario ayudar, pero te hace sentir bien. Esto es muy palpable en las viñetas. Y, de algún modo, la bruja que no es tan bruja se muestra parcialmente generosa, aunque se aprecia la diferencia: Mariam es generosa sin esperar nada a cambio, la bruja cede porque obtiene un beneficio (y un posible perjuicio, en caso de haber seguido robando palabras a Andrés). En ella hay que apreciar que se dé a razones aunque sin hacerlo también obtuviera lo que quería, puesto que, a pesar de la valentía de Mariam, una bruja es una bruja y nunca se sabe los poderes que puede llegar a utilizar. Este paralelismo en el plano de la “generosidad” da también una pincelada acerca de los tipos de comportamiento que pueden verse en una situación: la ayuda a cambio de nada, la ayuda interesada y, en el otro extremo (aunque ausente), la no-colaboración.

Lenguaje
Se utiliza una estructura oracional sin excesiva adjetivación y con abundancia de verbos, lo cual lleva a que las acciones se sucedan a buena velocidad y el texto sea ameno, fácil de leer de una sentada. El vocabulario es simple y familiar, sin términos extraños, pero cuidado y cariñoso. La narración es sencilla, pero mezcla una buena dosis de fabulación. A nivel gramatical, no presenta ninguna complejidad.
La ya comentada estructura con apariencia versificada hace que las frases se lean del tirón, aunque en algún caso podrían producirse tropezones por los saltos de vista que hay que realizar. Esto se salva en parte por la abundancia de diálogos, ya que aportan más aire al interlineado y separan las ideas.
El lenguaje es divertido, muy coloquial en ocasiones (Mariam llama a su hermano “enano”, Andrés en cierta ocasión dice “¿de verdá?”) y se utiliza alguna onomatopeya muy sonora para animar la acción (“fuaggggaummm”).
El uso de la comparación es constante (“grande como una casa”, “ojos como cuencos de miel”), lo que da idea de que el texto está dirigido a lectores aún no preparados para figuras retóricas más complejas, como la metáfora. La autora utiliza la hipérbole para exagerar y hacer más dramáticos los momentos de acción, pero siempre en un tono humorístico en el que los personajes se meten unos con otros cariñosamente.
Son muy abundantes las frases exclamativas e interrogativas, como corresponde a los diálogos entre niños. Esto aporta realismo a la historia, puesto que es difícil imaginarlos en un registro más serio y eso tampoco cuadraría con una relación personal entre hermanos.

conclusión
Este cuento parece muy adecuado para hacer un acercamiento relajado a ciertas preocupaciones que suelen ser habituales en el alumnado de 6-7 años, como los miedos nocturnos fruto de la fantasía, que, a pesar de ser muy comunes, pueden ser un tema parcialmente tabú entre ellos, por temor a ser ridiculizados. Observar que a su edad no es raro sentir miedo o tener pesadillas puede hacer que se sientan más inclinados a compartir sus vivencias e incluso que puedan encontrar, gracias al trabajo en grupo, herramientas para afrontarlas.
La parte ligeramente negativa a la hora de utilizar este material estaría en que la actitud inicial de Mariam hacia su hermano es ligeramente despectiva y superior, a pesar de que a continuación quiera ayudarlo. En alumnos sensibilizados con este aspecto (a causa del comportamiento de sus hermanos mayores, por ejemplo), esta parte podría producir cierto rechazo a colaborar, puesto que pueden sentir que se les está tratando como a “pequeños”.
Salvando este aspecto, es un libro que da mucho juego para realizar actividades posteriores (empezando por las incluidas al final del relato). Los alumnos pueden expresar lo que sienten hacia los personajes, especialmente hacia la bruja, e incluso investigar sobre ellas. Pueden dar rienda suelta a su capacidad para fabular, a su creatividad (mediante dibujos, por ejemplo) o a sus inquietudes investigadoras, dependiendo del grupo.

Es una buena herramienta para reforzar los lazos grupales y familiares, mediante los conceptos de colaboración y de confianza en el otro. También puede ayudar a que los alumnos reflexionen acerca de la importancia de fijarse en que los otros también pueden tener problemas y podemos ayudarlos a resolverlos o, al menos, hacer que no se sientan solos. Está muy bien para que comprendan que mantener los miedos en el interior solo hace que crezcan, y sacarlos a la luz es liberador.

1 comentario:

  1. Muy buen análisis del libro. Te ha faltado relacionar los distintos aspectos con la psicología del lector (solo lo has hecho en algunos casos), y utilizar fuentes fiables para sustentar tus afirmaciones.

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